09 marzo 2013

Sal, potasio y el control de la presión arterial

La sal, el potasio y el control de la presión arterial

Sal es el nombre popular que utilizamos para referirnos al cloruro de sodio (NaCl). La sal es esencial para la vida y para gozar de buena salud. La hipertensión  es un factor de riesgo en los trastornos cardiovasculares. Está relacionada con el consumo elevado de sodio y la ingesta reducida de potasio.
¿Pueden las recomendaciones destinadas a reducir el consumo de sal hacer que las cosas cambien?

La importancia de la sal

La sal, o cloruro de sodio, se utiliza para conservar la comida y darle sabor. También está presente en los alimentos de forma natural. 1 gramo de sodio equivale aproximadamente a 2,5 g de sal.
El sodio y el cloro contribuyen a regular la presión arterial, controlar el equilibrio de fluidos en el organismo y mantener las condiciones apropiadas para el funcionamiento de los músculos y nervios. El sodio facilita la absorción de ciertos nutrientes, como la glucosa y los aminoácidos.
El organismo de una persona adulta suele contener unos 90 g de sodio; de esta cantidad, la mitad se encuentra en la sangre y otros fluidos corporales, más de un tercio está en los huesos y el resto se halla en el interior de las células.
El consumo medio de sodio varía entre los 2 y los 6 g al día, aunque un adulto puede vivir de forma saludable con menos de 0,5 g al día. Las necesidades aumentan cuando se producen grandes pérdidas como, por ejemplo, durante la menstruación, la lactancia o si se suda mucho.
La reducción del consumo de sal es una de las prioridades de la respuesta de la sanidad pública ante la hipertensión debido a su potencial de disminuir el número de casos en el conjunto de la población.

El potasio

La mayoría de los alimentos contiene potasio de forma natural. Las frutas y verduras son fuentes especialmente buenas de potasio.
En nuestro organismo, el potasio se encuentra principalmente en el interior de las células. Interviene en funciones importantes de todo el cuerpo y está implicado en las mismas funciones que el sodio, desempeñando un papel complementario del mismo; el equilibrio entre ambos elementos es esencial para el organismo.

La presión arterial – contraste de los efectos del sodio y el potasio

La capacidad de los riñones de excretar o conservar el sodio es un factor clave para regular la presión arterial. 
La mayoría de los estudios científicos muestran que la reducción del consumo de sal reduce la presión arterial, siendo este efecto más pronunciado en las personas hipertensas, las personas obesas y los ancianos. La respuesta ante la reducción del consumo de sal varía mucho entre distintas personas y puede no reportar beneficios perceptibles en personas con niveles iniciales normales.
Por el contrario, la hipotensión o presión arterial baja está relacionada con el consumo elevado de potasio, y puede deberse a la capacidad de éste de aumentar la excreción del sodio y los efectos vasoactivos del potasio sobre los vasos sanguíneos.

Lo más importante para la presión arterial es el estilo de vida

 Beneficios potenciales para la presión arterial, por cambio del estilo de vida:

Modificación
Recomendación
Reducción aproximada de la presión arterial sistólica (Intervalo)
Reducir el peso
Mantenga un peso corporal normal (índice de masa corporal: 18,5 – 24,9 kg/m2)
5 -20 mmHg/10 kg pérdida de peso
Adoptar el plan de alimentación DASH
Consuma una dieta rica en frutas, verduras y productos lácteos desnatados con menos contenido de grasas saturadas y de grasa en general
8 – 14 mmHg
Reducir la cantidad de sodio de la dieta
Reduzca el consumo de sodio a un máximo de 2,4 g de sodio o 6 g de sal al día
2 – 8 mmHg
Actividad física
Realice ejercicio aeróbico de forma regular como, por ejemplo, caminar a paso ligero (al menos 30 minutos al día, casi todos los días de la semana)
4 – 9 mmHg
Moderar el consumo de alcohol
Limite el consumo a un máximo de 3 unidades de alcohol al día para hombres y 2 para mujeres y hombres de constitución ligera.
(1 unidad de alcohol = 10 gr de alcohol puro = 1 vaso de cerveza (25 cl) o vino (10 cl) o whisky (3 cl)
2 – 4 mmHg

 

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